Es inevitable, por más que voltees tu cara, tus ojos siguen mirándome y es obvio que aunque tratas de evitarme, hasta el más mínimo de nuestros roces te estremece y hace erizar tu piel. Te mueres porque mi olor sea tu perfume y porque mis besos sean los que hidraten tus labios. Aunque tu mente se niega, tu cuerpo no se puede resistir ante mi. ¡Acéptalo! Te derrites en mi presencia, te congelas en mi ausencia, te mata mi indiferencia porque necesitas de mi atención con urgencia.